Ni siquiera soy una cara bonita

5.13.2014

Ella


Quienes no la conocían, decían que solía pasar demasiado tiempo triste, pero no era así. Una vez le comentaron que cuando ella se ausentaba a la habitación le faltaba luz, entonces pensaba en aquel personaje que tenía una risa que espantaba a las palomas. Le costaba creer que las cosas terminaban, a veces le tomaba meses o años enteros aceptarlo, pero cuando al fin lo lograba, se desprendía de aquello para siempre. Y hablando de siempres, siempre quiso que alguien le escribiera un cuento. No como una dedicatoria, o que ella fuera personaje en alguno, sino que alguien escribiera un cuento y le dijera "esto es para ti". Vivió deseando eso desde que decidió que los cuentos eran sus composiciones favoritas, aunque a veces también leía novelas, poesía y guiones de cine. Al cine prefería ir sola, cuando iba, sola porque le daba vergüenza llorar y siempre lloraba. Una vez lloró con el comercial de unos ancianos con Alzheimer, antes de que iniciara la película. Otra vez lloró porque un perro moría mientras su dueño estaba lejos, estudiando la universidad. No podría decir cuál fue la última escena que la hizo llorar. Antes de que encendieran la luz fingía un bostezo enorme y ruidoso que pudiera justificar los rastros de lágrimas en los ojos. Sus ojos no decían gran cosa, pero su boca soltaba muchas. Incluso llegaba a preguntarse cómo cabían tantas palabras ahí, aunque su vocabulario no fuera precisamente extenso. Palabras favoritas tenía muchas, y frases trilladas también. En varios idiomas. Le gustaba el sonido del francés pero no terminó de estudiarlo. En inglés se manejaba bien. Comentaba que a veces, al estar sola, se hablaba en inglés con una voz que no era suya. En ese idioma encontraba palabras que se explicaban a sí mismas mejor que en un diccionario de español. Como "suddenly". Nada dice "de repente" como suddenly, que va sucediendo y desvaneciéndose mientras lo pronuncias, precisamente como algo inesperado. O to fall in love. Porque enamorarse es precisamente eso, caer, caer en un abismo sin encontrar algo de lo que sostenerse, entregarte sin voluntad a esa inmensidad que representa el amor.