Ni siquiera soy una cara bonita

3.25.2012

I can't see you

Siempre te dije "no te mueras nunca". "Eventualmente", me respondías. Y si hubieras podido ver el nudo que se me hacía en la boca del estómago y esa sensación vacía que me dejaba una palabra tan larga, ¿la habrías dicho tan despreocupadamente? Pienso que no.

"Pero mientras acá voy a estar", añadiste varias veces.  Y ahí estás, pero ya no para mí.




I don't know why you
should want to hide
but I can't get through
my hands are tied.



I wouldn't mind
if I knew
what I was missing.

3.19.2012

A manera de disculpa

"PERDÓNAME porque te quiero así, perdóname porque este amor me mata, porque 
este amor te matará diariamente a mi lado, perdóname porque estarás conmigo todos los 
días de mi vida, porque no te dejaré nunca, porque seré tu castigo y tu culpa, porque 
nos vamos a morir     j   u   n   t   o   s ".





Yo no lo sé de cierto, 
pero supongo que una mujer y un hombre algún día se quieren, 
se van quedando solos poco a poco”.




Jaime Sabines.

3.10.2012

Vuelo 814

Ya no puedo escuchar un avión sin que se me haga un nudo en la garganta y en el estómago y en los dedos de las manos, esto último tratando de pedir un deseo que es, claro, que te subas a un avión, me guardes en tu maleta y tomes uno más de regreso. Sería mi primer viaje en avión. Sería el último.

Siempre me quedo viendo al cielo cuando un avión pasa sobre mi cabeza, tiemblo un poco y a veces lloro.

Ahora me dan miedo.

Citas.

Es horrible eso de salir con un chico. Verdaderamente terrible. Poca gente entiende el nivel de estrés al que accedes someterte. Más cuando llevas tiempo evitando el momento. Y no porque el chico en cuestión sea un mal chico, no; es sólo que tú conoces el nivel de estrés. Imagino que acepto el café que me ha invitado desde hace meses. Los adultos tomamos café, así que es viable hacerlo en una "primera cita". Ahí la gente entiende el miedo, que es amigo del estrés. Estás en una mesa con tu taza al frente. Hay que mencionar que no existe taza de café lo suficientemente pequeña para beberla enseguida y salir corriendo sin parecer grosero. Estás con tu taza y se quedan callados después de tres minutos de fluida conversación. El resto del tiempo se llena con monosílabos y temas que nunca creíste comentar, como el calor que hizo la semana pasada, lo rápido que pasa el tiempo, o las palabras que tu primo de dos años está comenzando a decir. Fin, todo acabó.

Pero eso es un miedo absurdo.

Lo peor que te puede pasar cuando tomas un café con alguien es que la conversación sea maravillosa y descubras que les gustan las mismas cosas y odian un montón más, que sus madres nacieron el mismo mes y que sus padres frecuentaban los mismos billares cuando eran jóvenes; los dos aman a Velvet Underground y creen que Lou Reed solista no es malo, como dice Renton en esa película de drogadictos cuyo diálogo final tú y él se saben de memoria. Es terrible, porque entonces la taza de café no parecerá lo suficientemente grande, entonces habrá una segunda cita, una tercera, años y años de café en diferentes cafeterías de la ciudad, comidas, cine, fiestas, conversaciones telefónicas y un larguísimo etcétera hasta que, de pronto, haya un punto final y nada más.

Eso sí sería terrible. Prefiero las citas textuales:


"... victim to his heart's invisible furies"
Auden.

3.03.2012

Conversación Importante II

Me voy al cine.
¿Sola?
Pues sí. Voy a ver una película, no a bailar.

Good times for a change

So please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please
please, please, please

let me, let me, let me
let me get what I want.
This time.

3.02.2012

Wystan



No hay desgracia que este libro de Auden no pueda acompañar. No la hay.



Creo que extraño la escuela. Y extraño esa relación con alguien a quien me gusta considerar un amigo a pesar de.

Mi papá solía decirme que uno no puede ir por ahí confiando lo que siente, la gente no lo aprecia. Ahora mismo creo que es así, aunque trato de mantenerme positiva. Sin embargo, me doy cuenta de que suelo regalar confianza y pocas veces me encuentro a la par. Me siento bien cuando las personas a las que aprecio se acercan a mí y me usan como diván para desahogar sus penas, preocupaciones, frustraciones, quebrantos, etcétera; pero a veces quiero soltar algunas cosas y no encuentro oídos, menos un hombro. Quiero contarle cosas a alguien que no tenga que fingir interés, sino que sienta genuina empatía porque ayer perdí un suéter.

No es tan fácil decidirse a contarle algo a alguien. No es que tenga una pena enorme: nadie se me está muriendo, nadie me abandona, no me golpean, no me gritan, no tengo deudas, no me busca el ejército, no debo abandonar el país. A veces sólo quiero decirle a alguien que hoy leí un cuento que me habían recomendado o que lamento haber escuchado tal disco porque me parece asqueroso. Y que le importe un poco.

No me he sentido nada bien y no estoy segura de por qué. 

No es algo nuevo, he atravesado por esto otras veces. Es como cuando estás enfermo y necesitas una vacuna, alguna vez leí (o tal vez me lo contaron, quizá hasta fue una broma) que las vacunas se hacen con los mismos virus, algo así. ¿O eran los antídotos para los venenos? Bueno, no importa, pero es como cuando tienes fiebre y te arropas más porque sientes frío, a pesar de que eso hará que tu temperatura corporal aumente. Así con la tristeza (no me atrevería a asegurar que esto es depresión): para dejar de estar triste antes tienes que entristecerte por completo.

Cuando me siento mal voy a la biblioteca de mi universidad y saco Otro Tiempo, de W. H. Auden. Lo he leído varias veces, podría asegurar que muchas de las fechas de devolución marcadas en el registro de atrás corresponden con mis periodos emo. El prólogo, escrito por un tal Álvaro García, inicia diciendo "La poesía fue un modo de mantener a raya a los fantasmas del Yo". Qué manera de exorcismo. 

Me habría gustado conocer a Auden, me habría gustado decirle que sus poemas me hacen sentir tan triste que me dan ganas de volver a estar feliz; que me hacen escapar de mí misma. 

Este lunes expira el préstamo, después de dos semanas. Me parece que lo extenderé por dos semanas más, aún no estoy lista para enfrentar al mundo sin Wystan.




PS: En la pésima foto tomada en la mesa de la cocina mal iluminada de mi casa sale un fragmento de Funeral blues, uno de los poemas más conocidos de Auden gracias a esa película en la que Hugh Grant descubre que es afortunado de padrino, desafortunado como novio. Y nada, quería que lo supieran.

Todos míos

Es fabuloso descubrir a un autor. Es más fabuloso cuando todo el mundo lo conoce. 

No entiendo a esas personas a las que les molesta que la gente conozca a un artista que les gusta mucho. Lo he visto. Con Radiohead, por ejemplo, ya saben, esa frase "a mí me gustaba Radiohead desde antes de que a todo el mundo le gustara", eso no te hace una mejor persona (aww?), tal vez solo un fan un poco raroloco. Solo piensa que si ese artista no hubiera iniciado con la firme idea de que su nombre cubriera los rincones más alejados de la selva amazónica nunca hubiera salido de su habitación. 

Creo, no soy psicóloga ni estudio la evolución animal.

Los peores son los que conocen la vida completa, desde el embarazo de la mujer que los parió, de un alguien y creen que por ello pueden ser abogados, padres y managers de ese alguien. "Creo que a Ginsberg no le gustaría que alguien usara una camiseta con su rostro, y si ese sujeto de verdad fuera fan de Ginsberg la quemaría", oí decir a alguien alguna vez mientras otro alguien iba por ahí con una camiseta con la cara de Allen. Bueno, chico, Ginsberg está muerto y no podemos preguntarle, pero tal vez sea cierto, tal vez se revuelca en su tumba. De cualquier modo ese tipo que va por ahí con la cara de Ginsberg en el metro tiene tanto derecho a leer al beatnik ese como tú y el hecho de que no sepa que Ginsberg lo odiaría por traer su cara en todos los camiones de la ciudad no significa que no disfrute tanto de sus poemas como tú. 

Tal vez sabe que lo odiaría y entonces está provocando a los fans de Ginsberg a ver si uno se atreve a decirle algo. O es muy Punk. O quién sabe.

La verdad es que sólo busco justificar mi ignorancia porque me digo fan de los Beatles y no me sé ninguna fecha, lugar o acontecimiento importante además de los cumpleaños de todos y las fechas de defunción de John y George. Pero les aseguro que disfruto tanto de A Day in the Life como el mismísimo George Martin.

Aunque no faltará el que me diga que según el libro nosequé de nosequién publicado quiénsabedonde dice que a George Martin ni le gustan los Beatles.


Después de ese prólogo, en el que olvidé incluir el caso de La Nouvelle Vague (de verdad hay gente que se enoja cuando otra gente dice que ama a Truffaut, que se siente dueña de Rohmer y Vadim) he de decir que hace unos meses conocí a Stefan Zweig. 

No, no lo conocía.
Sí, sí me da vergüenza.

Lo encontré por error. Divagaba por la biblioteca de mi Universidad, un poco molesta porque no encontré un libro que estaba buscando. Me atrajo un título cursi, La confusión de los sentimientos y otros relatos. Me sentía con ganas de leer sobre el amor y me encontré con un montón de relatos sobre gente solitaria cuyos sueños se frustran y cuyas vidas se atascan en un punto. Me enamoré. Hace dos semanas saqué otro libro de cuentos llamado Amok o el loco de Malasia, que al igual que la primera colección de Zweig contiene relatos tristes de gente triste que se muere triste o tratando de engañar a su tristeza.

Con 15 cuentos leídos, declaro que Stefan Zweig es uno de mis escritores favoritos. Y lo que es mejor, es uno de los autores que descubrí yo sola.  A continuación algunos autores que me gustan y que conocí yo solita:
  1. Stefan Zweig
  2. W. H. Auden
  3. José Agustín
  4. D. H. Lawrence
  5. Gustavo Adolfo Bécquer
  6. Julio Verne
  7. Robert Louis Stevenson
  8. Sylvia Plath
  9. Rainer Maria Rilke
  10. Louis Aragon
  11. Samuel Beckett


Lo sé, son autores hiperconocidísimoscalifragilisticoespiralidoso, pero yo no había escuchado ni cuac hasta encontrar alguno de sus libros por accidente.

Es que vivo en una burbuja de ignorancia. Pero se siente increíble cuando la rompe tu frustración por no encontrar un libro específico en una biblioteca.